Especial Bosnia-guerra contra Mostar: Experiencia personal sobre quién fue Slobodan Praljak.

se toma el veneno.

DINAMITANDO PUENTES DE CONCORDIA

SLOBODAN PRALJAK, mi experiencia personal

Por: Agustín Madinabeitia (2/12/2017)

(Además de voluntario en ayuda humanitaria en aquel conflicto, informó en directo a los informativos de la radio libre Hala Bedi y al diario Egin con información en el terreno. Nota de presos)

Todos y todas nos hemos sobrecogido esta semana con el suicidio de un genocida en el Tribunal Internacional de La Haya, pero pocos medios han recogido los hechos que le llevaron hasta ese Tribunal.
Os lo contaré como testimonio, porque fui testigo directo de ello y “víctima” de sus consecuencias.
En múltiples ocasiones y en diferentes proyectos colaboré en ayuda humanitaria en la guerra de los Balcanes. En 1993 me encontraba en esa ocasión en Mostar, en el centro de refugiados Dazki Dom. Una estancia de más de tres meses en guerra directa.
Nuestro equipo de voluntarios vascos fue testigo del día a día, y de sus largas noches, en la transformación del conflicto en la capital de Herzegovina.
Cuando llegamos a Mostar la ciudad estaba defendida precariamente por el ejército bosnio y el croata de la artillería e infantería serbia, que a tan solo 10 kilómetros bombardeaba continuamente la ciudad.
Así pasó gran parte de nuestra estancia. El mortero era la lotería con la que teníamos que lidiar todos los habitantes. Hoy le podía tocar a una torre de edificios, mañana al mercado concurrido, o al hospital o al colegio del barrio, como así sucedía.
Era la respuesta a la independencia de Bosnia allá donde la etnia serbia era minoritaria.
Pero los políticos croatas estaban decididos a consolidar aquellas ganancias territoriales en guerra. El destino de Bosnia se estaba escribiendo muy lejos de allá, en mesas secretas.
Y así es como un buen día el diario sarajevita Oslobodenje nos sorprendió con la publicación del nuevo mapa, la división de toda la república en 10 cantones diferentes según etnias.
Los sarajevitas y los mostari esa mañana no podían disimular su indignación, al igual que su propio presidente Izetbegovic. Habían resistido demasiado a esta guerra para que al final acabara de este modo. El mapa cantonal estaba firmado y rubricado con el visto bueno de Clinton y el amparo de la ONU, pero de espalda a los ciudadanos de la república.
Lo que no detallaba estos planes burocráticos era como se iba a llevar a cabo dicha consolidación de territorios, y parece que poco les importaba.
Llevábamos demasiado tiempo en tierra hostil y nos merecíamos al menos un fin de semana de turismo costero en retaguardia, y así lo hicimos.
A nuestro regreso a Mostar las cosas nunca volvieron a ser de la misma manera.
Eran las primeras horas de la tarde del domingo y la ciudad respiraba un ambiente enrarecido y fantasmal sin un alma en la calle. En la manzana de nuestro edificio se parapetaban fuerzas ustachas (fascistas) del HOS (partido militar de Dios), Fuerzas croatas de Defensa que fueron aprovisionadas de armamento por Argentina en el mandato de Carlos Menem. Daba toda la sensación que querían tomar el centro de refugiados, (que en su mayoría eran desplazados bosnio-musulmanes). Dudamos en avanzar más, pero era nuestro destino. Llegados a su altura nos pararon apuntando con sus armas automáticas. No pudimos ver el rostro de ninguno de ellos porque los llevaban cubiertos con pasamontañas. Nos registraron violentamente y nos introdujeron en sus vehículos. Varios minutos después nos encontrábamos en el cuartel del HVO (Consejo Croata de Defensa) Ejército croata para Herzegovina. El patio estaba lleno de tanques, tropa y armamento. Hasta entonces no habíamos visto tanta movilización militar en la ciudad.
Una vez conducidos dentro conocimos al General SLOBODAN PRALJAK (el suicidado), que estaba a cargo de toda la operación cualquiera que fuese, que se estaba dando ese día en la ciudad. Agitado se conducía por los pasillos dando órdenes a unos y otros. Se paró un instante frente a nosotros, los recién llegados, y mandó separarnos para ser interrogados por dos soldados y uno de sus mandos en cada caso. Otra vez identificados y otra vez cacheados comenzaron las preguntas poco amables. Cual era nuestra tarea en el centro de refugiados. Cuanto tiempo llevábamos viviendo en la ciudad. Que religión teníamos. Cuanta gente vivía en el centro de refugiados. Cuales eran sus edades. Cuales sus procedencias. Cuales eran sus horarios habituales. Quien era nuestro contacto en el centro. Quien en el extranjero. Pensé que lo mejor era hacerse el idiota perdido. Después supe que esa misma táctica aplicaron mis compañeros. Poco en limpio sacaron de nosotros que no fuese información de nuestras identidades y de nuestra organización en Euskadi (SOS Balkanes). Pasaron los resultados de los interrogatorios a PRALJAK que después de unas cuantas llamadas de teléfono ordenó que nos dejaran libres.
Cuando llegamos al centro de refugiados, ya dentro, nos avisaron de la presencia de francotiradores, que anduviéramos agachados. Suerte la nuestra que vivíamos en el último piso con vistas a toda la ciudad. Unas vistas que tapamos cuidadosamente con mantas para el resto de nuestra estancia allá.
A primera hora del día siguiente nos llegó nuestro amigo, escolta y confidente Dzenam. Un miliciano del Armija BiH, (Ejército bosnio) nacido a dos manzanas. Nos puso al tanto de la situación. El ejército croata quiere que el Armija BiH de Mostar se integre a su ejército o que desaparezca, y para ello da un ultimátum de menos de 15 días. Además ha cortado toda conexión con el exterior. Corte de líneas de teléfono y control de carreteras de salida. Así nosotros mismos quedábamos aislados también de nuestra oficina de Split. Esta era la última guerra del teletipo, del fax y burofax y las centralitas de teléfono. Como es obvio no os hablo de internet. Aitor, nuestro oficinista de Split se comprometió personalmente en recorrerse 460 kilómetros diarios para visitarnos y dar fe de nuestro estado y el de los refugiados que teníamos designados. Algo más de 300 personas. Muy pocas de ellas varones adultos.
Esa misma semana nos llegó el bilbaíno Oscar con noticias sorprendentes. Acababa de servir de interprete entre el 2º Jefe del Armija BiH y las tropas españolas de la ONU obligadas a mantener la paz y la custodia de seguridad en esa zona. El oficial bosnio del Armija BiH quería hacer llegar a los españoles el aviso que la ciudad estaba en riesgo de ser atacada por el ejército croata, liderado por PRALJAK. Que la ciudad iba a entrar en guerra en pocas horas y que no teniendo suficiente tropa para salvaguardar a la población civil bosnio-musulmana rogaba encarecidamente que no se retiraran de Mostar e incluso que incrementaran su celo en vigilancia para evitar lo que consideraba inevitable sin la presencia española.
Los españoles contestaron mudamente. Tras acabar la interlocución se montaron en sus blindados y se retiraron a sus cuarteles de Medyugorje (a 50 kms de distancia) para no volver más.

Mapa Bosnia Herzegovina.

Oscar también fue una víctima que hoy por hoy lo puede contar. Ciertos mandos españoles publicitaban su foto en los controles con una recompensa de 180 euros actuales por su muerte, un verdadero dineral allá. Oscar acabó tomando armas y se alistó en el Armija BiH, según me comentó posteriormente, para salvar a la población. Así que les resultó fácil a las tropas españolas hacerlo pasar por un “terrorista de la ETA”.
Daba la circunstancia que todos los medios extranjeros habían abandonado Mostar. El propio gobierno croata había hecho circular el rumor que el ejército croata iba a atacar en breve la ciudad de Jablanica, que se encontraba en similar situación. Así que corrieron allá para hacerse con la noticia. Enterados de la farsa algunos ya no les permitieron entrar de nuevo en Mostar. Tampoco a nuestro oficinista de Split.
Pero paradójicamente fuimos invitados por los radio-aficionados para asistir el día 9 de abril a un acto protocolario del día de la victoria contra los nazis. Habían invitado también a las autoridades locales civiles y militares croatas y bosnias. Pero ese día nunca existió.
A las 5 de la mañana del 9 de abril de 1993 Mostar se sobresaltó con el ruido estruendoso de incontables granadas y obuses que impactaban contra el edificio del cuartel logístico del Armija BiH que lo teníamos a escasos 60 metros del centro de refugiados. SLOBODAN PRALJAK había ordenado la guerra directa contra la ciudad.
En milésimas de segundos pasamos del pl
ácido ronquido al pasillo aún enrollados en nuestras propias mantas. También se oían ráfagas de kalasnikov dentro de nuestro propio edificio. Solo en ese momento tuve la sensación que íbamos a morir todos. Os puedo asegurar que no he tenido tal sensación en tanta guerra vivida anteriormente. No fue para menos. Todas las personas residentes nos condujimos instintivamente a la zona más baja del edificio. Apenas cabíamos todos en un pasillo. Este primer ataque duró 20 minutos. 20 minutos esperando morir, y no lo hicimos.
La guerra se extendió por toda la ciudad. Al Armija BiH le llevó su tiempo poder contestar al fuego enemigo.
A medio día comenzaban a llegar ciudadanos ancianos a nuestro centro que entre lágrimas relataban lo que estaba ocurriendo. Habían sido expulsados de sus casas con lo puesto y echados a la calle a la suerte de lo que les pudiera suceder. Los primeros en llegar tardaron hora y media en poder recorrer algo más de 300 metros. Habían tenido suerte y daban gracias a Alá, el misericordioso, porque los soldados croatas lanzaban granadas en cada casa donde sabían que había familias bosnio-musulmanas.
Para las 2 de la tarde los croatas tenían semi-controlado nuestro barrio.
Muchos musulmanes habían huido cruzando el puente hacia la parte vieja. Y ese era el plan de PRALJAK. Enghetarlos allá.
Sabiendo de esa situación no nos quedaba otra que esperar el desenlace final. La invasión de las tropas croatas de nuestro centro.
Pasamos días en precario en ese pasillo los 300, sin apenas alimentos. La radio nos acompañaba. Radio Sarajevo informaba y confirmaba lo que estábamos padeciendo, aunque los medios croatas afirmaban todo lo contrario, que el ataque lo habían comenzado los bosnios, el Armija BiH.
Fui invitado una de esas noches a dormir, (a morir), en un piso superior donde se encontraba una improvisada mezquita. Según me decía mi interlocutor: “Alá hace vivir y morir. Alá ve lo que hacemos. Realmente si somos matados en la senda de Alá tendremos un perdón de Alá y misericordia mejor que la que nuestros asesinos reúnen. Seremos reunidos con él”. Les complací por devolverles tan honorable ofrecimiento que suponía para ellos. En todo caso a mí me daba igual morir en cualquier planta del edificio.
Durante esos días siguieron entrando civiles del exterior con nuevas noticias para nosotros. Nuestro coordinador en la zona había sido detenido y conducido al estadio de futbol donde ya se encontraban al menos otros 1200 civiles a la espera de su destino.
Observábamos de vez en cuando el exterior, manteniendo nuestra mirada fija en un camión de la Cruz Roja con el que habían llegado unos italianos la noche del día 8. Seguía aparcado allí y aún no había sufrido daños importantes. Ese podía ser nuestro pasaporte más valioso. Con ese sueño volvíamos a pasar aquellas noches, sin posibilidad de dormir por el estruendo.
Una mañana llegó la muerte vestida de camuflaje. Entró rompiendo ventanas, encarnada en 20 hombres, que se precipitaron hacia el sótano donde mujeres y niños sentían sus últimos segundos de aire.
No sé porque motivo ni de una forma coordinada los tres vasquitos nos pusimos al frente de toda aquella gente pasaportes europeos en mano alzada como si eso sirviera como chaleco anti-balas para salvar la vida de todas aquellas personas y la nuestra propia. Las metralletas estaban dispuestas para ser disparadas, y en cambio solo se disparó la confusión de esos sudorosos rambos.
¿Salvamos vidas? Sí. En ese momento todas. Pero los destinos fueron muy diferentes. El nuestro fue Euskadi. Nos repatriaron nuestros propios compañeros. No estábamos en condiciones de seguir trabajando con shocks pos-traumáticos.
Mostar se sumió en 9 meses de guerra, hasta que los croatas consiguieron definitivamente hacerse con toda la ciudad (menos la parte vieja). Hacerse con toda la ciudad significa eso. Tomar las viviendas que no les pertenecen y crear una colonia de nuevos croatas que habitaron lo que otros tuvieron que dejar a la fuerza.
Han pasado 24 años desde entonces. Ya no hay guerra, y aunque no os lo creáis la situación es la misma. Los bosnio-musulmanes siguen enghetados en la parte vieja y los nuevos croatas siguen controlando la casi totalidad de la ciudad. Como prueba del enghetamiento PRALJAK mandó dinamitar el puente de Mostar y él mismo lo grabó, para que quedara una constancia histórica del hecho. Y la voluntad simbólica (y no tan simbólica) de no dejar volver a esa gente nunca más.
A menudo visito Mostar. Me quedo mirando las cientos de tumbas con la mirada ciega en aquella fecha que tanto se repite en cada una de ellas. 1993. Entonces pienso en todos estos sucesos y se me encoge el alma, como ahora.

Dos fotos de en la calle y tomando el veneno.

SLOBODAN PRALJAK, el relato de un saqueo.

Sentenciado a 20 años de prisión por estas barbaridades concretadas en Crímenes de guerra y de Lesa humanidad y la utilización de esclavos.
(Por la demolición del puente no quedó sentenciado a ninguna pena).
PRALJAK NO QUERÍA SUICIDARSE, por mucho que les asombre. El suicidio de PRALJAK fue un accidente, que no debemos lamentar en este caso.
Como director de cine siempre fue un teatrero. Y lo que quería escenificar el otro día tan solo era un acto de protesta hacia su galería, la croata. Pensó que sería brevemente tratado ya que se habilita un hospital justo enfrente del Tribunal Internacional. Pero el tiro, en este caso el veneno, le salió mal.
Aunque sentenciado a 20 años PRALJAK hubiese quedado en libertad porque llevaba 13 años y 8 meses encarcelado por estas penas. Pero había otros argumentos de peso para no morir y los paso a relatar.
Al igual que para muchos mandos militares la guerra es fuente de riqueza, haberse apropiado de todo el sur de Bosnia (es decir, Herzegovina) le produjo pingües beneficios que tras finalizar la guerra los limpió en empresas privadas y de su familia.
El Tribunal le pedía a PRALJAK la cantidad de 3 millones de euros en concepto de gastos de defensa, que nunca cumplimentó. Y le pedía tal cantidad porque se declaraba en posesión de 6,5 millones de euros en total. Pero el Tribunal tuvo sus problemas para hacer pagar a PRALJAK, y ahora más.
Fue propietario de un emporio empresarial junto con su hermano Zoran y de bienes inmuebles que antes de ser enjuiciado desvió a su familia, confiados en manos de otro empresario, Nikol.
Su casa familiar se extiende por varios cientos de metros cuadrados.
En vísperas del juicio vendió también un apartamento en Zagreb, que se lo compró gustosamente el Ministerio de Defensa croata.
Su hijo Nikola hace 12 años construyó un lujoso hotel en la calle Radnicka en Zagreb. Tan solo fue una pequeña inversión de 14 millones de euros.
La hija, Natasha, también es una mujer de negocios y periodista exitosa. En la década en la que su padre se dedicaba a matar víctimas inocentes ella divulgaba su propaganda por diversos medios croatas. Vivió mucho tiempo en Islandia y Praga, donde fundó Prague College, una prestigiosa facultad inglesa, que le acarrea muchos beneficios bancarios, según relata su propio esposo norteamericano.
A nombre de PRALJAK tan solo consta un barco y algunas cuentas bancarias en Croacia y Herzegovina que aún están por ser estimadas.
Con esta libertad económica quien quiere suicidarse?
Ahora la mosca se encuentra detrás de la oreja de su abogado, donde recaen todas las miradas de ser sospechoso de haber introducido el veneno en la sala para el paripé de PRALJAK.
Introducir el veneno en la sala es relativamente fácil, al igual que en cualquier aeropuerto del mundo.
La manipulación del veneno por alguno más intenso también es relativamente fácil para el OSA (Agencia de Inteligencia de Seguridad croata) que no le dejaba ni a sol ni a sombra.
Miles de croatas de Mostar salieron esa misma noche en condolencia y en deuda de su mentor a encender velas por el cineasta que muere ante las cámaras.

El Tribunal ya ha afrontado los juicios de los mayores criminales de esta guerra.
Pero quedan varios que no pasaron ni pasarán por este Tribunal Internacional.
Uno de ellos es Javier Solana, que causó tantos muertos en Serbia. Y otro más es el propio Vaticano.
La Fiscal Jefe de dicho Tribunal, Carla del Ponte, acusó a la Iglesia católica y al Vaticano de dar cobertura a criminales fugados como es el caso de Ante Gotovina. En lugar de colaborar con la justicia los obispos croatas califican a este Tribunal como “político” tergiversador de la historia croata.
Pero la historia fascista croata tiene raíces profundas en el Vaticano, tanto en la II Guerra Mundial con Pio XII como en la guerra de los 90 con Juan Pablo II y finalmente Benedicto XVI para zancadillear el proceso de La Haya.
Juan Pablo II apoyó la independencia croata de 1991 porque la abanderaba el movimiento fascista. Fue el primer Estado en reconocerla cuando habitualmente es uno de los últimos Estados en hacerlo en todos los demás casos.
Hasta los mínimos detalles los delatan. La ayuda humanitaria que recogía Cáritas tan solo iba destinada a la etnia croata. Aunque se hablara de Yugoslavia genéricamente para la recogida de dicha ayuda. Muchos clérigos y obispos actuaron como meros colonizadores de tierras ganadas, estableciendo templos o insignias religiosas allá donde antes no las hubo e impidiendo otras creencias, y así santificando dicha limpieza étnica.

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