«Estado de sitio», de Costa Gavras. Película recomendable.

Cartel de la película «Estado de sitio».

ESTADO DE SITIO”

TERRORISMO DE ESTADO

“ESTADO DE SITIO” fue realizada por Costa Gavras en 1972, basándose en hechos reales llevados a cabo por tupamaros en julio de 1970.

Estos guerrilleros urbanos realizaron cuatro secuestros en un plazo de una semana, tomando como rehenes a altos funcionarios de las embajadas de los Estados Unidos de América y de Brasil. El objetivo principal era que el Gobierno pusiera en libertad a ciento cincuenta presos de su organización, de los que el ministerio del Interior dice “aquí no existen presos políticos, sino tan solo criminales de derecho común…”.

El guión, trabajado conjuntamente por el propio Constantin Costa Gavras y Franco Solinas, es una obra maestra en el buen narrar, manteniendo de principio a fin interesado al espectador, el cual va descubriendo progresivamente la tramoya de los yanquis en su “ayudar” técnicamente y en su filantropía exportadora de “expertos” que luego resultan ser hombres del F.B.I., la C.I.A. y en el “mejor” de los casos instructor de bandas fascistas armadas que torturan y asesinan a “comunistas” (luchadores) bajo las instrucciones de los intereses de las multinacionales o de las oligarquías nacionales.

No en vano Franco Solinas es el artífice del guión de “La Batalla de Argel”, realizado por Gillo Pontecorvo, o el de “Salvatore Giuliano”, realizado por Francesco Rosi, Solinas es el guionista por excelencia que se disputan los grandes realizadores cuando se deciden a llevar al celuloide temas por cuyo contenido y compromiso es necesaria una perspectiva realista, exenta de terceros intereses mercantilistas.

Costa Gavras, para recoger los datos necesarios para la película, hace dos viajes a América Latina y mantiene contacto directo con varios componentes de los tupamaros. Pero él no iba con las manos vacías, pues ya conocía el intervencionismo de EE.UU. en la dirección política de otros países, y supo sacar las conclusiones necesarias cuando Karamanlis subió al poder en Grecia, su país natal.

LA ACCIÓN

Los métodos policíacos de una dictadura de América Latina (Uruguay) traen consigo la formación de una organización guerrillera en clandestinidad (Tupamaros) como lógica respuesta a las necesidades populares de contrarrestar la represión. El Gobierno tiene a más de cien presos políticos de la citada organización, y ésta se dispone a realizar una serie de acciones políticas que den como resultado el rescatar a los luchadores cautivos.

Para conseguir este objetivo, planifican un triple secuestro de altos funcionarios extranjeros vinculados a intereses económicos nacionales, con el fin de que la presión que reciban los gobernantes sea desde el exterior y no puedan controlar la situación.

El 31 de julio de 1970, la organización guerrillera expropia gran cantidad de vehículos de distinto tipo que les han de servir como parque de transportes para las acciones. Controlan a los conductores de los automóviles durante el plazo en el que está previsto que dure la operación, y vigilan la ubicación de los hombres a secuestrar. El plan se pone en funcionamiento y se lleva a cabo con la máxima sencillez y realismo, ejecutado por meros trabajadores concienciados, no sin antes haber estudiado punto por punto todo el plan, como se muestra a lo largo del film.

Las medidas policíacas y militares son la primera y única respuesta que tiene el Gobierno ante su carencia de argumentación política, mientras sus portavoces “parlamentarios” verborrean sobre desorden-caos-terrorismo.

Santore (Yves Montand), funcionario norteamericano, especialista en “comunicaciones y circulación” es interrogado en una cárcel del pueblo donde sucesivamente ha de ir admitiendo, desde su muralla de cinismo profesional, que sus funciones no eran las que aparentaba sino las del máximo dirigente de la represión por medio del asesoramiento, adiestramiento y equipamiento de la policía nacional, manteniendo un equipo de torturadores, saboteadores y asesinos que previamente habían sido adiestrados en la academia al efecto en los propios Estados Unidos de América.

Los dos canales por los que discurre la acción de la película, los secuestros como resultado de una necesidad política, y la recomposición de los antecedentes históricos que los justifican, cogen al espectador en medio sin darle posibilidad de justificar al sistema represivo y conservador de los privilegios, en el que el imperialismo estadounidense representa el final de los hilos de las marionetas.

La película pone en la balanza al terrorismo de Estado y a la justicia popular, dos ángulos que ningún Gobierno occidental quiere admitir, y que hoy corren deformados por los canales oficiales de televisión y prensa.

No obstante, el espectador lo reconoce, al igual que reconoce a las bandas parapoliciales (auténticos terroristas) que asesinan protegidos por el aparato del Estado capitalista.

En: Revista Área Crítica

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