Desde 1934, Haití, en ruinas y perpetua dependencia de los yanquis. Y II.

Haití, país en ruina tras ocupación yanqui. Y II.

Estados Unidos: Así expolia y masacra

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Haití 1915–1934

Tras casi veinte años de ocupación, un país en ruinas

-y II-

Viene del domingo 28 de abril

Foto. Tropas ocupantes, embarcando.

… /… Todas las Constituciones de la República de Haití promulgadas después de proclamada la independencia en 1804, prohibían a los extranjeros blancos tener bienes inmuebles y tierras en el territorio haitiano, pero los ocupantes norteamericanos impusieron su derecho a poseer tierras, la creación de una Gendarmería y el derecho de vetar cualquier proyecto de ley haitiano. La República de Haití se convertía, de hecho, en un protectorado de los Estados Unidos.

La acumulación de abusos e injusticias, como recurrir al trabajo forzoso para la construcción de carreteras, dio lugar, en otoño de 1918, a un levantamiento armado del pueblo haitiano encabezado por el militar haitiano Peralte. Detenido y condenado a trabajos forzados, se fugó y oculto en los montes formó un ejército revolucionario. La insurrección se extendió a varias regiones del país. En sus filas combatieron hasta 15.000 hombres. La insurrección armada tomó la forma de guerra de guerrillas, con la que los sublevados realizaron asaltos a las guarniciones de la Gendarmería en numerosos sitios, incluidas las de la capital, Puerto Príncipe.

El mando norteamericano lanzó contra los campesinos, que apenas tenían armas de fuego, grupos de infantería de la marina, uso de artillería y la aviación. Pese a la superioridad militar y las represalias en masa, los invasores y los gendarmes no lograron liquidar al ejército guerrillero.

Después de asesinar a Peralte la lucha continuó hasta 1920. El levantamiento popular fue finalmente aplastado, cobrándose 5.500 muertes entre los haitianos.

A finales de 1920 se creó la Unión Patriótica de Haití y se comenzó a denunciar internacionalmente el genocidio practicado por los EEUU contra los haitianos, los casos de torturas y de exterminio en masa de los presos. Pese al apoyo al pueblo haitiano de organizaciones y órganos de prensa norteamericanos y del movimiento solidario de los negros, el gobierno norteamericano prosiguió aplicando la política “del garrotazo” y de la esquilmación del país.

Compañías agrícolas de EEUU llegaron a adquirir en Haití no menos de 100.000 hectáreas de tierra. Miles de campesinos fueron desalojados de las tierras que el gobierno les había entregado en concesión. La miseria, el paro y la arbitrariedad de las autoridades hicieron emigrar del país a más de 300.000 haitianos.

La crisis económica mundial del año 1929 agravó la situación de Haití. En octubre de ese año estudiantes de un instituto agrícola se declararon en huelga y su lucha desembocó en manifestaciones multitudinarias contra el régimen de ocupación y el gobierno cómplice. La agitación se extendió a todo el país y se impuso el estado de sitio.

En diciembre, un destacamento de marines abrió fuego contra una masiva manifestación pacífica de campesinos, asesinando a 24 personas y muchas más heridas. Una ola de indignación, con crecientes manifestaciones del pueblo haitiano así como el amplio movimiento antiimperialista en América Latina, obligaron a los EEUU, en 1934, a retirar algunas de sus tropas, pese a ello, el ejército norteamericano continuó ejerciendo el control del país con la complicidad de la reacción y de la guardia haitiana creada por ellos.

Tras casi 20 años de intervención abierta de los EEUU en los asuntos de Haití y la amplia penetración del capital norteamericano, han dejado al país en perpetua dependencia yanqui. Mantiene su influencia a través del apoyo a las sangrientas dictaduras de militares y oligarcas haitianos que, desde su salida, han venido gobernando el país a base de golpes militares, de miles de asesinatos de luchadores y opositores políticos, mediante la impune actuación de matones paramilitares. La situación actual de Haití es la de un Estado en ruinas, incapaz de atender las necesidades más básicas de su población, condenado a ser un país con las peores condiciones de vida del continente americano.

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