Carta de Pablo Hasél desde prisión «Ahora es el momento»; y poema «Sonrisa insumisa».

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Cartas desde prisión:

Pablo Rivadulla Duró

C.P. Ponent

AHORA ES EL MOMENTO

El preso político de los GRAPO Ignacio Varela decía en una carta hace 2 años cuando el Estado español fue el Estado de todo el mundo con más artistas con condenas de prisión (14) que si reprimen estas canciones hay más motivos que nunca para seguir haciéndolas. Coincido plenamente con su reflexión ante lo peligroso que es que se esté imponiendo la autocensura por el miedo. Esta es una represión mucho más extendida e invisible por no poder cuantificarse. Bastantes artistas me han confesado que piensan como yo pero que no lo expresarán en sus creaciones por temor a las consecuencias. Para tal fin nos ha utilizado el Estado y aunque por una parte han dado más voz al mensaje que pretendían silenciar, por otra parte han silenciado a muchos otros.

Las libertades y los derechos siempre se han conquistado con desobediencia, por eso no he permitido que me dicten lo que puedo decir, solo se crea conciencia hablando claro. Si son criminales y ladrones hay que llamarlos por su nombre aunque hasta eso se persiga. Precisamente por la falta de desobediencia cada vez han ido rebajando más el listón y ya encarcelan, como en mi caso o el de Valtonyc por contar hechos probados. Si en 2011 me detenían y hacían un registro por apoyar la lucha armada, hoy me han sumado 16 meses por cosas como llamar “corrupto mafioso” al emérito. Evidencia lo que digo aunque ambas condenas sean igual de injustas. Así han ido consiguiendo que la autocensura cada día se amplíe más. No le falta razón al abogado represaliado Juan Manuel Olarieta cuando dice que la autocensura es la peor represión porque se la aplica uno mismo. Provocan una especie de Síndrome de Estocolmo en el que muchos piensan “si digo esto me gano yo mismo la represión” culpabilizando a la víctima de esta por eso de “ir provocando”.

El Estado lo ha conseguido con bastantes de los condenados por hacer canciones y con otros que tenían un contenido parecido pero cuando se le planta cara como he hecho, les sale el tiro por la culata y la lucha se multiplica. Porque eso es lo que uno busca cuando habla de lucha en las canciones, se supone, aunque a la vista está que algunos creían que esto es un camino de rosas y los tribunales les han hecho renegar de lo que decían defender firmemente. Eso ha evitado una respuesta más potente a nivel artístico pero no cabe duda de que vendrán otros con más consecuencia dispuestos a desafiar al régimen inquisidor cuando lleguen las hostias.

Tras todo lo que ha generado mi encarcelamiento si el Estado fuera a por más artistas por difundir el mismo contenido y estos no se acobardaran, tendrían un problema aún más serio. Se verían desbordados y pagarían un precio más caro lejos de lo que buscan, no podrían encarcelar a tantos y si se atrevieran se les iría de las manos y la conquista de la libertad de expresión quedaría más cerca. También a nivel internacional si por uno encarcelado les han dicho de todo, quedarían muy tocados si ahora lo intentaran con otros. Por eso y por el grave empeoramiento de las condiciones de vida hoy más que nunca es el momento de hacer las canciones que prohíben, de contar lo que quieren ocultar, de vencer el miedo que lleva a la autocensura y de hacer de la escritura “un arma cargada de futuro”.

Pablo.

Foto. Pablo puño en alto entre policías.

SONRISA INSUMISA

No quise sonreír en su circo sin gracia

y fruncí el ceño a la rutina diseña,

como el llanto que causan mi sed no sacia

me quisieron súbdito y solté una carcajada.

Por miedo al miedo no me detuve

y abandoné su nube de distracciones,

con el dedo del medio les hice una uve

diciendo a la rabia “nunca me abandones”.

Desafié a la bestia que se cree inmortal,

huí de la resignación que la alimenta,

la policía secreta rondó mi portal

porque no es secreto que me mojo en la tormenta.

Con los palos que dieron a mi empatía

armé a la conciencia para que no se deforme

y mientras mi corazón se endurecía

creció por servir a un fin tan enorme.

En ocasiones el dolor no me dejó

poder decir que lo hice todo bien,

por reparar el error saqué mí mejor yo

y el opresor tomó cada virtud como rehén.

Me juré que antes muerto que arrodillado

porque no es traidor quien avisa

y como ya nos saquean demasiado

no me dejé robar la sonrisa insumisa.

La conciencia tranquila cuando me acuesto

sabe que en este secuestro la libertad existe

y por pelear contra el drama impuesto

tengo felicidad en un lugar tan triste.

Pablo Hasél.

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